Fiesta de la Madonna della Salute en Venecia

Qué hacer en Venecia el 21 noviembre


Cada año, el 21 de noviembre, Venecia renueva uno de los momentos más intensos, identitarios y significativos de su historia civil y religiosa: la Fiesta de la Madonna della Salute. No se trata solo de una celebración litúrgica — es un voto colectivo que la ciudad mantiene desde hace casi cuatro siglos, desde 1631, cuando la República se dirigió a la Virgen para pedir su intercesión contra la terrible peste que estaba devastando la ciudad.

La Basílica de Santa Maria della Salute, con su cúpula blanca que domina la entrada del Gran Canal, es la imagen física de ese voto. Muchos conocen la iglesia como postal de Venecia, pero solo algunos —a menos que sean verdaderamente venecianos— entienden lo que representa. La fiesta es memoria de una herida y celebración de la vida que renace. Es un acto colectivo, una tradición nunca interrumpida, ni siquiera en los años más difíciles de la historia moderna.

Para muchos venecianos, esta es “su” fiesta más auténtica, incluso más íntima que la del Redentor — porque la Salute no es espectacular, no hay fuegos artificiales, no hay eventos escenográficos: es una peregrinación, una procesión lenta hacia un lugar sagrado, con una vela en la mano. Un gesto antiguo, simple y directo, transmitido de generación en generación.


La peste de 1630–1631 y el voto del Senado veneciano

Entre 1630 y 1631, Venecia fue golpeada por una de las peores olas de peste de su historia. Las crónicas hablan de más de 80.000 muertos en la ciudad (algunas estimaciones alcanzan los 100.000 en la laguna). Un trauma colectivo enorme. La ciudad quedó paralizada: góndolas inmóviles, silencio en las calles, familias enteras desapareciendo en cuestión de días.

En noviembre de 1630, el Senado de la República, encabezado por el Dux Nicolò Contarini, tomó una decisión que marcaría la historia: hizo voto a la Virgen María de que, si Venecia se salvaba, se construiría una gran iglesia en su honor. La peste terminó el año siguiente — y Venecia cumplió la promesa.

Nació así la Basílica de la Salute, diseñada por Baldassare Longhena. Las obras comenzaron en 1631 y duraron más de cincuenta años. La iglesia fue consagrada en 1687. Desde entonces, cada año, sin excepción, los venecianos vuelven a la Salute el 21 de noviembre para dar gracias.


La procesión del 21 de noviembre: ¿qué sucede hoy?

El 21 de noviembre se instala un puente votivo  que conecta las dos orillas del Gran Canal —  desde Santa Maria del Giglio  — permitiendo a los fieles llegar a pie hasta la basílica.

Miles de personas cruzan este puente y entran en la iglesia con una vela en la mano. La vela se enciende frente al altar mayor, como señal de agradecimiento.

Es un gesto simple — pero muy potente. No hay escenografía ni espectáculo. Es una procesión espontánea y continua que dura todo el día. Familias enteras, ancianos, niños con sus padres, estudiantes, e incluso venecianos que viven lejos vuelven a la ciudad solo para este día.


La dimensión popular: puestos, dulces, juguetes y… castradina

La fiesta no es solo ritual — también es una celebración popular. Frente a la basílica y en las calles cercanas se encuentran puestos históricos: dulces, almendras caramelizadas, juguetes tradicionales, pequeños recuerdos de cerámica y — sobre todo — las velas que se compran para llevar a la iglesia.

Y luego está el plato típico del día: la castradina. Una receta antigua, intensa, a base de carne de carnero salada y ahumada, cocida lentamente — que en el pasado llegaba a la laguna desde los pastores dálmatas. Un plato festivo, popular, que muchas familias venecianas todavía preparan el 21 de noviembre.


Consejos prácticos para quienes quieran participar

  • Llegar temprano: las primeras horas de la mañana son las más tranquilas; la mayor afluencia es entre las 10:00 y las 15:00.
  • Llevar una vela: se puede comprar frente a la basílica, pero los venecianos suelen traer la suya de casa.
  • Usar calzado cómodo: todo el recorrido es a pie — incluidos los pontones.
  • Esperar una fila lenta: no es desorganización — así funciona la fiesta.
  • Con niños: la mañana es el momento ideal.

Es importante saber que esta fiesta se vive intensamente pero no es “ruidosa” — es íntima, respetuosa, solemne. No es como el Carnaval: aquí no se viene a “mirar algo” — se viene a participar.


Cómo llegar

La forma más directa de llegar a la basílica es con vaporetto:

  • Línea 1 – parada Salute
  • Línea 2 – paradas San Samuele o Accademia

Durante la fiesta, si el puente votivo está instalado, se puede cruzar el Gran Canal a pie desde San Moisè / Santa Maria del Giglio hacia las Zattere.

Si se llega desde:

  • Piazzale Roma → Línea 1 hacia Lido
  • Estación Santa Lucia → Línea 1 hacia Lido
  • Lido → Línea 1 hacia Piazzale Roma

La Madonna della Salute hoy

Esta fiesta es un ejemplo raro de tradición viva que nunca se ha convertido en folclore escenificado. No ha sido “reinventada” para el turismo: los visitantes vienen porque este ritual sigue vivo, no porque sea una reconstrucción.

Pese al turismo masivo y a los cambios contemporáneos, esta jornada sigue siendo profundamente veneciana. Para muchos habitantes, ir a la Salute es un gesto identitario: no se va para “ver algo”, sino para estar.

Y así, como en 1631, también en 2025 — y en el futuro — Venecia seguirá encendiendo velas ante la Virgen. Pocas tradiciones europeas atraviesan los siglos sin transformarse en celebración turística.

Para quien visite Venecia el 21 de noviembre: participar en la Madonna della Salute significa entrar en contacto con el corazón auténtico de la ciudad — no la Venecia de postal, sino la Venecia que se reconoce en su historia, sus rituales, su fe y su memoria.

Por eso esta fiesta es única.




Ponte Votivo Santa Maria del Giglio